El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurobiológico que afecta la capacidad de concentración, el control de impulsos y la regulación de la hiperactividad. Puede presentarse desde la infancia y continuar en la edad adulta, impactando el rendimiento académico, laboral y las relaciones sociales.
Este trastorno se caracteriza por dificultades para mantener la atención, impulsividad y comportamiento hiperactivo. El diagnóstico y tratamiento adecuados permiten una mejor calidad de vida para quienes lo padecen.
Las causas del TDAH son multifactoriales. La genética juega un papel importante, ya que es común encontrar antecedentes familiares. También se asocian alteraciones en la estructura cerebral y en los niveles de neurotransmisores como la dopamina.
Factores ambientales, como la exposición prenatal a toxinas, complicaciones en el parto o consumo de sustancias por la madre durante el embarazo, pueden aumentar el riesgo de desarrollar el TDAH. Estas causas suelen combinarse y variar entre individuos.
Existen tres tipos principales de TDAH:
Entre los síntomas más comunes del TDAH están:
El diagnóstico del TDAH es clínico y lo realizan psicólogos, psiquiatras o neurólogos. Involucra entrevistas con el paciente y familiares, cuestionarios específicos y análisis de su comportamiento en diferentes contextos. El proceso también incluye descartar otros trastornos que puedan presentar síntomas similares, como ansiedad o depresión.
En niños, la información de maestros es esencial para evaluar cómo los síntomas afectan el rendimiento escolar. El diagnóstico temprano facilita un tratamiento más eficaz.
El tratamiento del TDAH es multidisciplinario y puede incluir:
El tratamiento se adapta a cada persona y requiere seguimiento continuo para ajustar las estrategias según la evolución del paciente.
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