El tratamiento de DTM (Disfunción Temporomandibular) es un conjunto de procedimientos destinados a aliviar y corregir problemas en la articulación temporomandibular (ATM) y en los músculos que controlan los movimientos de la mandíbula. La DTM puede causar dolor en la mandíbula, dificultades para masticar, dolores de cabeza, chasquidos al abrir la boca e incluso dolor en el cuello y los hombros. El objetivo del tratamiento es reducir estos síntomas, mejorar la función de la articulación y prevenir daños a largo plazo.
Los tratamientos pueden variar desde enfoques conservadores, como fisioterapia y el uso de dispositivos orales, hasta intervenciones más complejas, como cirugías. El tratamiento adecuado depende de la gravedad de los síntomas y de las causas subyacentes de la disfunción. El dentista o especialista en DTM evaluará el cuadro clínico del paciente para determinar el mejor plan de tratamiento.
El procedimiento para tratar la DTM generalmente comienza con una evaluación detallada de la articulación temporomandibular y de los músculos circundantes. El profesional de la salud puede recomendar exámenes de imagen, como radiografías o resonancias magnéticas, para obtener una visión más clara de la condición. Con base en los resultados, el tratamiento puede incluir una combinación de terapias, como fisioterapia, ajustes oclusales (corrección de la mordida), uso de férulas de mordida o dispositivos intraorales, y en casos más graves, cirugía.
La finalidad principal del tratamiento de DTM es aliviar el dolor, restaurar la función normal de la mandíbula y mejorar la calidad de vida del paciente. Además, el tratamiento busca prevenir la progresión de la disfunción, evitando complicaciones como desgaste excesivo de los dientes, problemas auditivos y trastornos del sueño. Con un tratamiento adecuado, muchos pacientes experimentan una reducción significativa de los síntomas y pueden retomar sus actividades diarias sin molestias.
Existen varios tipos de tratamiento para la DTM, y la elección del método depende de la causa y la severidad de la condición. Los tratamientos conservadores incluyen fisioterapia, que ayuda a fortalecer los músculos alrededor de la mandíbula y mejorar la amplitud de movimiento, además del uso de dispositivos orales, como férulas de mordida, que pueden aliviar la presión en la articulación. Las terapias conductuales, como técnicas de relajación y asesoramiento, también pueden ser efectivas para reducir el estrés que puede agravar los síntomas.
En los casos más graves, puede ser necesario recurrir a tratamientos invasivos. Esto puede incluir inyecciones de corticosteroides para reducir la inflamación en la articulación o cirugía para corregir desalineamientos graves o reparar daños estructurales en la ATM. Además, el tratamiento farmacológico con analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares puede usarse para aliviar el dolor y la tensión muscular asociada con la DTM.
Una de las principales ventajas del tratamiento de DTM es la significativa mejora en la calidad de vida del paciente. Al aliviar el dolor y la incomodidad, el tratamiento permite que los pacientes puedan volver a realizar actividades diarias, como comer, hablar y dormir, sin molestias. Además, el tratamiento ayuda a prevenir complicaciones graves, como el desgaste dental, el dolor crónico y los problemas asociados con el estrés muscular.
Otra ventaja es la posibilidad de personalizar el tratamiento según las necesidades individuales de cada paciente. Dado que la DTM puede tener diferentes causas y manifestaciones, un plan de tratamiento adaptado permite abordar de manera efectiva los síntomas específicos de cada persona. Esto aumenta las posibilidades de éxito y una recuperación más rápida.
La duración del tratamiento de DTM puede variar ampliamente, dependiendo de la gravedad de la disfunción y del tipo de tratamiento elegido. Los tratamientos conservadores, como la fisioterapia y el uso de dispositivos orales, pueden durar desde algunas semanas hasta varios meses, con mejoras graduales en los síntomas. Los tratamientos más invasivos, como las cirugías, pueden requerir un período de recuperación más largo, seguido de sesiones de fisioterapia y seguimiento médico.
Es importante que el paciente siga estrictamente las recomendaciones del profesional de la salud para garantizar la eficacia del tratamiento. Incluso después de completar el tratamiento, puede ser necesario continuar con ciertas prácticas preventivas, como ejercicios específicos o el uso de férulas de mordida durante la noche, para mantener los resultados y prevenir recaídas.
El tratamiento de DTM generalmente es llevado a cabo por dentistas especializados en disfunciones temporomandibulares, cirujanos orales con especialización en dolor orofacial, o incluso por fisioterapeutas especializados en disfunciones de la articulación temporomandibular. Dependiendo de la gravedad del caso, el tratamiento puede involucrar a un equipo multidisciplinario, que incluya médicos, psicólogos y otorrinolaringólogos.
Sí, en algunos casos, el uso de aparatos de ortodoncia puede ayudar a corregir problemas de mordida que contribuyen a la DTM. La alineación adecuada de los dientes puede reducir la tensión en la articulación temporomandibular y mejorar la función masticatoria, aliviando los síntomas de la disfunción.
Aunque la DTM no tiene una cura definitiva, los síntomas pueden ser gestionados de manera efectiva con el tratamiento adecuado. Muchos pacientes logran vivir sin dolor o molestias significativas después del tratamiento, aunque pueden ser necesarios ajustes periódicos y prácticas preventivas continuas.
Si experimentas dolor en la mandíbula, chasquidos al abrir la boca, dificultad para masticar, dolores de cabeza frecuentes, o dolores en los hombros y el cuello, se recomienda buscar a un profesional de la salud especializado en DTM. Cuanto antes se diagnostique y trate la disfunción, mayores serán las posibilidades de éxito en el tratamiento.
El tratamiento de DTM no suele ser doloroso. Procedimientos como la fisioterapia y el uso de dispositivos orales generalmente son bien tolerados por los pacientes. Incluso en los casos que requieren cirugía, la incomodidad puede ser manejada con anestesia y medicamentos para el dolor.
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